La fabulosa biblioteca de Alejandría
Aqui estoy de regreso luego de concluir mi trabajo de grado, ahora con un poco mas de tiempo para poner a su disposición información sobre el fascinante mundo de las bibliotecas he aqui una de ellas Bibliotheca Alexandrina.
La biblioteca de Alejandría pasado y presente:
El período de la edad antigua tuvo adelantos interesantes en gracias a los libros y las bibliotecas pero la maravilla mayor de entre todas las bibliotecas conocidas en la antigüedad fue la biblioteca de Alejandría y su correspondiente museo, La biblioteca funcionaba en el Museion, un complejo de artes y ciencias que incluía laboratorios, conservatorios y hasta un zoológico. A mediados del siglo III a. C. albergaba unos 700.000 papiros manuscritos. Los recopilaban especialistas que no se hicieron famosos como bibliotecarios sino como científicos, entre ellos Arquímedes y el astrónomo Aristarco. Allí estaban las obras de Platón, Aristóteles, Sófocles, Eurípides, Tucídides, Hipócrates y Euclides. La biblioteca también funcionaba como un enorme taller de copiado de manuscritos, para su distribución en el mundo antiguo. Esta maravilla de la antigüedad fue fundada por Alejandro magno en el año 322 a. C. Tras haber conquistado Egipto. Y aunque nunca la vería, el ilustre guerrero, fundó en la desembocadura del Nilo la que sería la ciudad más bella del mundo y la metrópolis helénica por excelencia, a la que sólo volvería después de su muerte en Babilonia. Alejandro era hombre de libros, leía incesantemente a Homero que lo encendía con las épicas hazañas de sus antepasados que él estaba destinado a continuar y superar.
A la muerte de Alejandro en 323 a. C., en el reparto del imperio, la tierra de los antiguos faraones correspondió a Tolomeo, amigo de la infancia y uno de los siete generales, de la escolta personal del gran rey. Tolomeo I, inició la dinastía de soberanos helenos en Egipto. Tolomeo I materializó el gran sueño de Alejandro Magno, con la fundación de la ciudad cuyos palacios, templos, puentes, canales, plazas y jardines constituían según Estrabón "el más grande emporio en el mundo habitado". El mausoleo y la tumba de Alejandro fueron durante siglos reverenciados por peregrinos reales y plebeyos, venidos de distantes lugares, atraídos también por el esplendor de la cosmopolita urbe que albergaba entre tanta maravilla, la mayor colección de conocimientos humanos jamás reunida, la Biblioteca de Alejandría y el Museo adjunto.
Alejandría fue la capital de Egipto hasta el año 969 d. C. Para entonces, ya hacía varios siglos que había perdido su fabuloso tesoro, carbonizado en incendios. La primera mutilación, occidental, ocurrió en el año 48 d. C., cuando Julio César mantenía sitiada a la ciudad. Más tarde, Marco Antonio se hizo cargo de los daños: no sólo costeó la reconstrucción de la biblioteca, sino que regaló unos 200.000 manuscritos a Cleopatra. En 272 d. C. volvió a arder, por orden del emperador Aurelio. En 391, las llamas vinieron de la rabia de los cristianos, furiosos por el culto a Serafis y por las obras paganas contenidas en los anaqueles. El golpe de gracia se lo dio en 638 el califa Omar: "Si los escritos de los griegos coinciden con el Corán, son inútiles y no es necesario conservarlos. Y si no coinciden, entonces son perniciosos y deben ser destruidos". Los restos fueron demolidos en 642, por orden del general árabe Amribn Al As, y desde entonces permanecen sumergidos, en algún sitio aún no localizado frente a la moderna Alejandría.
En 1974, Mamdough Lofti Diowar, quien era rector de la Universidad de Alejandría, hizo pública su utopía de resucitar la mítica biblioteca de su cuidad. A mediados de los 80, la UNESCO ya había resuelto apoyar esta idea. Recién en 1989, tras un concurso internacional, se adjudicó la construcción de la obra a un consorcio noruego en colaboración con Christoph Kapeller, arquitecto austríaco radicado en los Estados Unidos. El 12 de febrero de 1990, un grupo de altos mandatarios de varios países firmó la Declaración para el Renacimiento de la Biblioteca de Alejandría, con la cooperación de la UNESCO y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En ese acto donaron los primeros 65 millones de dólares.
Sólo la construcción del edificio central costó 149 millones de dólares. Se trata de un gigantesco cilindro de techo inclinado que parece emerger del mar, y que contiene la sala de lectura más grande del mundo, con capacidad para 2.000 personas. A pesar de que un tercio de la biblioteca está bajo tierra, la luz natural se desliza por las dependencias desde que sale el Sol hasta que se pone. Elegante e imponente, el edificio tiene una altura de 31 metros, exactamente. Para el diseño. La biblioteca está rodeada por una pared de granito con cientos de pictogramas, símbolos, jeroglíficos, signos, letras y trazos de todas las escrituras y alfabetos conocidos.
Al igual que la antigua biblioteca, ésta también es un complejo científico, conformado por tres edificios. Incluye un centro de conferencias, un planetario, una escuela internacional de ciencias de la información, una biblioteca para jóvenes y otra para no videntes, un museo de ciencias, un instituto de caligrafía y un laboratorio de restauración de manuscritos, de los que ya hay cien mil.
La biblioteca de Alejandría pasado y presente:
El período de la edad antigua tuvo adelantos interesantes en gracias a los libros y las bibliotecas pero la maravilla mayor de entre todas las bibliotecas conocidas en la antigüedad fue la biblioteca de Alejandría y su correspondiente museo, La biblioteca funcionaba en el Museion, un complejo de artes y ciencias que incluía laboratorios, conservatorios y hasta un zoológico. A mediados del siglo III a. C. albergaba unos 700.000 papiros manuscritos. Los recopilaban especialistas que no se hicieron famosos como bibliotecarios sino como científicos, entre ellos Arquímedes y el astrónomo Aristarco. Allí estaban las obras de Platón, Aristóteles, Sófocles, Eurípides, Tucídides, Hipócrates y Euclides. La biblioteca también funcionaba como un enorme taller de copiado de manuscritos, para su distribución en el mundo antiguo. Esta maravilla de la antigüedad fue fundada por Alejandro magno en el año 322 a. C. Tras haber conquistado Egipto. Y aunque nunca la vería, el ilustre guerrero, fundó en la desembocadura del Nilo la que sería la ciudad más bella del mundo y la metrópolis helénica por excelencia, a la que sólo volvería después de su muerte en Babilonia. Alejandro era hombre de libros, leía incesantemente a Homero que lo encendía con las épicas hazañas de sus antepasados que él estaba destinado a continuar y superar.
A la muerte de Alejandro en 323 a. C., en el reparto del imperio, la tierra de los antiguos faraones correspondió a Tolomeo, amigo de la infancia y uno de los siete generales, de la escolta personal del gran rey. Tolomeo I, inició la dinastía de soberanos helenos en Egipto. Tolomeo I materializó el gran sueño de Alejandro Magno, con la fundación de la ciudad cuyos palacios, templos, puentes, canales, plazas y jardines constituían según Estrabón "el más grande emporio en el mundo habitado". El mausoleo y la tumba de Alejandro fueron durante siglos reverenciados por peregrinos reales y plebeyos, venidos de distantes lugares, atraídos también por el esplendor de la cosmopolita urbe que albergaba entre tanta maravilla, la mayor colección de conocimientos humanos jamás reunida, la Biblioteca de Alejandría y el Museo adjunto.
Alejandría fue la capital de Egipto hasta el año 969 d. C. Para entonces, ya hacía varios siglos que había perdido su fabuloso tesoro, carbonizado en incendios. La primera mutilación, occidental, ocurrió en el año 48 d. C., cuando Julio César mantenía sitiada a la ciudad. Más tarde, Marco Antonio se hizo cargo de los daños: no sólo costeó la reconstrucción de la biblioteca, sino que regaló unos 200.000 manuscritos a Cleopatra. En 272 d. C. volvió a arder, por orden del emperador Aurelio. En 391, las llamas vinieron de la rabia de los cristianos, furiosos por el culto a Serafis y por las obras paganas contenidas en los anaqueles. El golpe de gracia se lo dio en 638 el califa Omar: "Si los escritos de los griegos coinciden con el Corán, son inútiles y no es necesario conservarlos. Y si no coinciden, entonces son perniciosos y deben ser destruidos". Los restos fueron demolidos en 642, por orden del general árabe Amribn Al As, y desde entonces permanecen sumergidos, en algún sitio aún no localizado frente a la moderna Alejandría.
En 1974, Mamdough Lofti Diowar, quien era rector de la Universidad de Alejandría, hizo pública su utopía de resucitar la mítica biblioteca de su cuidad. A mediados de los 80, la UNESCO ya había resuelto apoyar esta idea. Recién en 1989, tras un concurso internacional, se adjudicó la construcción de la obra a un consorcio noruego en colaboración con Christoph Kapeller, arquitecto austríaco radicado en los Estados Unidos. El 12 de febrero de 1990, un grupo de altos mandatarios de varios países firmó la Declaración para el Renacimiento de la Biblioteca de Alejandría, con la cooperación de la UNESCO y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En ese acto donaron los primeros 65 millones de dólares.
Sólo la construcción del edificio central costó 149 millones de dólares. Se trata de un gigantesco cilindro de techo inclinado que parece emerger del mar, y que contiene la sala de lectura más grande del mundo, con capacidad para 2.000 personas. A pesar de que un tercio de la biblioteca está bajo tierra, la luz natural se desliza por las dependencias desde que sale el Sol hasta que se pone. Elegante e imponente, el edificio tiene una altura de 31 metros, exactamente. Para el diseño. La biblioteca está rodeada por una pared de granito con cientos de pictogramas, símbolos, jeroglíficos, signos, letras y trazos de todas las escrituras y alfabetos conocidos.
Al igual que la antigua biblioteca, ésta también es un complejo científico, conformado por tres edificios. Incluye un centro de conferencias, un planetario, una escuela internacional de ciencias de la información, una biblioteca para jóvenes y otra para no videntes, un museo de ciencias, un instituto de caligrafía y un laboratorio de restauración de manuscritos, de los que ya hay cien mil.
0 comentarios