Perspectivas profesionales
Perspectivas profesionales y educacionales en Biblioteconomia y Ciencias de la información
(Autor: Ricardo Rodríguez Barboza)
(Traducción: Enrique Torrealba EBA-UCV)
Tomado de Ciencia da Informacao., Brasilia, v.27, n. 1,p. 1-102,ene./abr. 1998
RESUMEN
En el artículo se analizan las áreas de la Biblioteconomía/Ciencias de la información, en términos de los desafíos y oportunidades actuales para los profesionales y para los programas de formación profesional. Son abordadas las desventajas de una denominación tradicional de la profesión, usualmente asociada a la biblioteca y al libro. Son descritas las soluciones adoptadas por escuelas, departamentos y entidades profesionales, especialmente de América del Norte y Gran Bretaña Se aportan oportunidades para profesionales de la información poseedores de habilidades diversas. Se presentan modelos que reflejan la importancia y exportación del conocimiento en la biblioteconomía/Ciencias de la información y otras áreas. Se defiende la necesidad de promoverse la aplicación del conocimiento específico del área de biblioteconomía/ciencias de la información en contextos y ambientes informacionales amplios.
Palabras clave: Biblioteconomía, Ciencia de la información, Formación profesional, Nuevas tecnologías.
INTRODUCCION
Los avances tecnológicos siempre ejercerán profundos efectos en los seres humanos. Ese fenómeno viene ocurriendo desde tiempos inmemoriales, mas se fue tornando más importante en términos de sus efectos en la sociedad posterior a la revolución industrial. Actualmente, hemos observado cambios sin precedentes en la naturaleza del trabajo de las organizaciones. El ritmo con que las nuevas profesiones están surgiendo y las profesiones tradicionales se transforman es muy veloz. Entre los diversos campos profesionales contemporáneos que más han sido afectados por los avances de las tecnologías computacionales y de telecomunicaciones, se destacan aquellos cuya fase recae sobre la creación, procesamiento y diseminación de la información.
No hay una definición universalmente aceptada respecto a lo que constituye un profesional de información. Los primeros estudios sistemáticos, al respecto de la llamada economía de la información adoptan criterios amplios, y se incluían en esa categoría profesionales como investigadores, ingenieros, planificadores, diseñadores industriales, gerentes, contadores y todos aquellos eventualmente remunerados para crear conocimiento, comunicar ideas, procesar información (Porat, 1977, p.3). Mas recientemente Strassman (1985) también adopta una conceptualización muy simple definiendo al profesional de información como aquel que trabaja con información en vez de con objetos. Sobre esa perspectiva, grandes categorías profesionales como, servicios financieros, negociadores de inmuebles, administradores, servicios técnicos y científicos, deberían ser vistas como profesionales de la información. Este es un enfoque inadecuado, porque aunque todos los grupos nombrados trabajen de alguna manera con información, esto no constituye un objeto central de su actuación profesional.
Felizmente, se observan iniciativas en sentido de definirse con mayor precisión que son los profesionales y organizaciones de información. En un plano más amplio, por ejemplo, algunos órganos nacionales de estadística están comenzando a adoptar clasificaciones capaces de formar una visión mas apropiada del área. El North American Industry Classification System, adoptado en 1995 por Canadá, México y Estados Unidos, incluido el sector de información (Información e Industrias Culturales en Canadá E Información de Medios De Comunicación de Masas de México) los subsectores de publicación (revistas, periódicos, libros, bases de datos, software), de cinema, difusión y telecomunicaciones (radio, televisión, telecomunicaciones) servicios de información (servicios informativos, bibliotecas y archivos) y servicios de procesamiento de datos y transacciones (Statistic Canada, 1997).
En un momento en que se procura mencionar la creciente importancia de los sectores productivos que lindan con la información, y en que se observa la continua introducción de nuevas tecnologías de información y se contrasta el desenvolvimiento que Miksa (1996) llamaba campos de información hermanos (procesamiento de datos, sistemas de información, ciencia de computación, ciencias de información, inteligencia artificial, multimedia, etc.), es irónico observarse que el papel de las bibliotecas y de los bibliotecarios está siendo colocado recientemente.
Con objeto de prestar contribución al debate relativo a la materia, este trabajo irá inicialmente analizando las perspectivas de los profesionales con entrenamiento en las áreas de Biblioteconomía/Ciencias de la información (BCI) en el mercado de trabajo. Serán discutidas las estrategias recientemente adoptadas por las escuelas y departamentos del área para hacer frente a las amenazas de aprovechar las oportunidades emergentes. Serán analizadas presentando un modelo que sintetiza las principales direcciones de cambios de currículos de las escuelas de BCI. Finalmente, serán discutidas algunas oportunidades para la aplicación de contenidos de temas del área de BCI en contextos informacionales amplios.
¿MERCADOS DE TRABAJO DECRECIENTES?
Los datos relacionados con profesionales del área de BCI son escasos y aparentemente contradictorios. Por ejemplo, algunos autores argumentan que, en términos de grupo, los bibliotecarios constituyen una parcela cada vez menor dentro de la constelación de profesionales de información, o sea, en cuanto al sector de información como un todo esta va creciendo, y no obstante la participación en ese espacio por parte de ellos va declinando (Katzer, 1990). Ahora ese fenómeno necesita ser mejor documentado, con los datos que se aportan en ese sentido.
En Canadá, por ejemplo, el mercado de trabajo como un todo creció cerca de 11% entre 1986 y 1991. En el mismo período, el número de profesionales de las áreas de biblioteconomía, museología y archivística subieron de 26.535 para 30.125, registrando, por lo tanto, un crecimiento de 13,53 %. O sea, para esa categoría, se registró un crecimiento un poco por encima del aumento del mercado de trabajo nacional. Entonces como base de comparación, se contrasta con un número de profesionales del área de organización y métodos, ahora muy inferior entre (10 900 en 1986 y 16 350 en 1991), tuvo un crecimiento cerca del 50%. De la misma forma, los puestos de trabajo de las áreas de matemática estadística, análisis de sistemas y relacionadas pasaron de 110 665 a 164 420 (crecimiento de 48,57 %) Y ahora los operadores de equipos de procesamiento de datos subieron de 112 270 a 137 520, correspondiendo a un aumento de 23,59% (Statistics Canadá, 1993). Se observa que dos factores fueron considerados en este tipo de análisis, el número de profesionales empleados y la tasa de crecimiento de la categoría profesional. Este tipo de análisis permite registrar apenas la participación, en determinado momento, de categorías profesionales del mercado de trabajo, mas indica también tendencias de su evolución a largo plazo.
Los datos aportados con Anterioridad se refieren a profesionales formalmente empleados en áreas de biblioteconomía, museología, y archivología. Se sabe, no obstante, que muchos de los egresados de los programas de BCI no son empleados de esas áreas. De hecho, los números otorgados por Dalrymple (1997) contrastan con los aportados por el censo canadiense, pues indican un crecimiento impresionante del número de alumnos graduados y matriculados en las escuelas americanas acreditadas por la American Library Association (ALA) en el área de biblioteconomía y ciencias de la información. Segundo en los datos de esa entidad presentados por esa autora, en 1986, había 8 557 alumnos matriculados en los Estados Unidos. Diez años mas tarde, ese número había subido a 12 586, indicando un aumento de 47%. No se sabe que porcentaje de esos alumnos buscaría empleo en bibliotecas y cuantos seguirán la carrera en otros campos de la información. Sin embargo, el nivel de empleo en el campo de las bibliotecas está mostrando señales de estancamiento, los datos anteriores indican que las oportunidades de empleo para los nuevos egresados están siendo más promisorias en otros campos de trabajo con información.
Las indicaciones de un mercado de trabajo receptivo para los egresados de los programas BCI son promisorias, esto fue reseñado por Cronin (1993). Con base en el análisis de 360 anuncios de empleo publicados en periódicos, y en entrevistas con profesionales que se desempeñan en el mercado de trabajo americano, esos autores concluyeron que, son promisorias para aquellas personas poseedoras de un conjunto adecuado de competencias, las oportunidades de empleo que se encuentran distribuidas en un gran número de sectores de actividades industriales. Las denominaciones de los cargos catalogados en una pesquisa anteriormente mencionada son extremamente diversas y no sugieren, a primera vista, una relación directa con BCI. La lista incluye cargos como especialista en datos, especialista en redes de computadoras, especialista en información mercadológica, especialista en información, gerente de archivos, indizador de documentos legales, especialista en microfilmes, etc. Algunos cargos son muy específicos, tales como especialista en información farmacológica, analista senior de redes locales, especialista en información sobre cáncer, auditor de información en enfermedades, ejecutivo de marketing para publicaciones electrónicas, etc.
Los datos anteriores, tomados en conjunto, refuerzan la hipótesis de que hay simultáneamente disminución de las oportunidades de empleo en bibliotecas y crecimiento de ofertas de trabajo en otros sectores informacionales. Infelizmente, no hay datos sobre el mercado de trabajo en Brasil a ese respecto, los estudios realizados en ese campo son necesarios para que los programas de capacitación puedan ajustarse a las demandas del mercado.
Se atribuye que hay dos factores que contribuyen a la posición desfavorable en que se encuentra la institución biblioteca y los profesionales a ella vinculados, el actual cuadro de explosión de recursos informacionales y el aumento de la importancia de la información como recurso estratégico en los más diversos contextos y su propia denominación.
¿Y QUE CONTIENE UN NOMBRE?
Las escasas oportunidades de los profesionales del área de la biblioteconomía en el mercado de trabajo reflejan, en parte, la visión que la sociedad tiene sobre ellos y la visión que tienen los profesionales de ellos mismos. Los nombres que las profesiones reflejan es por lo que sus profesionales hacen. Por ejemplo, los administradores gerencian organizaciones, los psicólogos lidian con el comportamiento humano, los sociólogos analizan los aspectos de la sociedad. ¿Y el bibliotecario qué hace? ¿Lidia con libros en bibliotecas? Claro que esta visión nada mas refleja lo que viene ocurriendo dentro de las bibliotecas y no ahonda lo que sucede en otros dominios de la información. Sin duda, biblioteca y bibliotecario son términos que se volverán más amplios y no se refieren exclusivamente a un edificio que guarda libros o a un profesional que trabaja dentro de él (Hayes, 1988). No obstante, las visiones equivocadas y estereotipadas de los bibliotecarios y las bibliotecas ahonda persistentemente en diversos segmentos de los ambientes institucionales y profesionales.
En verdad, el libro (biblos) y la biblioteca son apenas un soporte y un local donde la información se encuentra depositada y almacenada. El verdadero negocio de la biblioteconomía es la información, y no los libros. En un importante artículo publicado originalmente en 1960 y nuevamente divulgado 15 años después, Levitt (1975) llamó miopía mercadológica la concepción equivocada por parte de algunos administradores con respecto al negocio de sus empresas. Ese autor utilizó como principal ejemplo de su argumento las líneas ferroviarias Norteamericanas, que a finales del siglo pasado y al inicio de este siglo, no dieron la debida importancia a la concurrencia de automóviles, camiones, aeronaves y el mismo teléfono, porque ellas se veían como actores del sector rodovías y no del sector de transportes.
Ese principio de marketing fundamenta la conclusión de que el verdadero negocio de la biblioteca es la información, las personas que concurren a ella y los profesionales que en ella actúan, en una perspectiva amplia, son servicios de información para profesionales oriundos de las áreas de computación, administración, comunicación y otros. La tentativa de vencer las barreras relacionadas con esas concepciones restrictivas es aprovechar las oportunidades emergentes, escuelas y departamentos de BCI que han procurado promover la ampliación del conjunto de habilidades y desarrollar actitudes compatibles con las nuevas realidades de sus alumnos.
CRISIS DE ADAPTACION CREATIVA
En el actual cuadro de rápidas y profundas transformaciones de naturaleza tecnológica y mercadológica, muchas escuelas del área de BCI en América del Norte no consiguieron adaptarse y cerraron sus puertas especialmente en la década de los ochenta. Con respecto a este tema, París (1990) relata que, comenzando con la Graduate School of Librarianship de la University of Oregon en 1978 y terminando con la School of Library Service de Columbia University en 1990, 15 programas de enseñanza cerraron sus puertas en los Estados Unidos. Al analizar con profundidad cuatro de estos casos, esa autora constató, entre otros factores, la falta de entendimiento entre el cuerpo de docentes del área y las autoridades universitarias así mismo como problemas de personalidad y roces personales.
Las razones para la cancelación de los programas son complejas y se envuelven en la creencia de las autoridades universitarias que el mercado para los graduados en BCI estaba disminuido, los costos eran elevados y había temores de que los nuevos currículos del área constituían una amenaza para otros cursos (Estabrook, 1989; París, 1990). En algunos casos las fusiones entre departamentos fueron consideradas soluciones menos drásticas que la cancelación de los programas. Se constata actualmente que las 70 facultades e universidades que ofrecían cursos en el área en marzo de 1982 disminuirían a 56 al final de 1996. No obstante, como ya se dijo, esos programas son responsables de la formación de un número creciente de graduados (Dalrymple, 1997).
El debate ocurrido dentro de las escuelas y departamentos de BCI, especialmente en América del Norte y Gran Bretaña resulto en modificaciones significativas de sus misiones y sus normas. A ese respecto pueden ser mencionados los ejemplos del Postgraduate School of Librarianship de la Universidad de Sheffiel, en Gran Bretaña, que fue fundado en 1963, y cambió su nombre en 1981 para Departamento de Estudios de Información. En Canadá la antigua Library School de la Universidad de Toronto actualmente se llama Faculty of Information Studies. Adoptando un cambio más radical, la Escuela de Estudios de Información y Bibliotecas de las Universidad de Michigan se llama ahora simplemente Escuela de Información.
En Brasil ya se observan cambios de las denominaciones de los programas educativos en el campo. Por ejemplo, en la Universidad de Brasilia, hay un Departamento de Ciencia de la Información y Documentación; en la Universidad de Sao Paulo un Departamento de Biblioteconomía, Documentación y Ciencias de la Información; en la Universidad Federal de Minas Gerais, hay un Departamento de Organización y Tratamiento de la Información.
Los nombres de los profesionales han cambiado a lo largo del tiempo, y actualmente el nombre de profesional de la información es cada vez mas aceptado en América del Norte y en Gran Bretaña. En contextos como el nuestro, no obstante, la cuestión del nombre del profesional es más compleja de lo que es el nombre de los programas, las escuelas y departamentos, a la vez que envuelve cambios en la legislación y también cambios de naturaleza cultural. Por ello es necesario reseñar que en el área de la información tienen intereses otros grupos profesionales, por ello, no siempre esos cambios se hacen en el ámbito de las universidades y el mercado profesional. A este respecto, Estrabook (1989) destaca que el desafío del profesional de la biblioteconomía está en lindar con la concurrencia de otros sectores que desean obtener control sobre determinados segmentos del trabajo informacional.
REGLAMENTACION DEL EJERCICIO PROFESIONAL
La legislación brasileña no se ha adaptado a las transformaciones de naturaleza tecnológica, social y económica que afectan el contenido de las profesiones. Actualmente se observa cada vez mas como emergen espacios de trabajo que podrían ser caracterizados como transprofesionales, o sea aquella área ocupada por el psicólogo con conocimiento de administración que actúa en el campo de entrenamiento profesional, de la administradora con especialización en computación y gerencia de sistemas de informaciones gerenciales, y la especialista en computación gráfica que actúa en el área de comunicación, o el bibliotecario que actúa en servicios de información tecnológica, etc.
Ante esa tendencia de migración de los profesionales en diferentes especialidades, los empleadores han demostrado mas interés en contratar personas que posean la preparación necesaria para cumplir con los requisitos de los cargos que en saber si la persona posee un diploma en una u otra área. Así es imperativo que se haga una evaluación de la legislación sobre el ejercicio profesional en el sentido que esté adecuada a los nuevos tiempos, mas también en el sentido de adaptarlo a las realidades que están por venir.
Entidades como la American Library Association de Norte América y la Library Association de Gran Bretaña ejercen un papel importante con el establecimiento de criterios para los programas de capacitación profesional en el área de información. Por ajustarse de forma mas constante y atenta las tendencias tecnológicas y las transformaciones del mercado de trabajo, esas entidades pueden actuar con mayor eficiencia que los órganos legislativos oficiales en el sentido de reglamentar el ejercicio profesional. Se espera que eventualmente un sistema parecido sea puesto en práctica en Brasil.
No se pretende sugerir que esos cambios sean fáciles de implementarse. En el caso de la biblioteconomía es peculiar este contexto, una vez que sean removidas las fronteras impuestas por el paradigma de la biblioteca y el libro, el ejercicio de la profesión adquirirá una enorme tal vez exagerada amplitud. Es preciso tomar en cuenta las soluciones que están siendo adoptadas en otros países; en fin, en el campo de la información, las oportunidades y amenazas en el ejercicio profesional ocurren de forma casi simultánea en todo el mundo. Esto demandará un esfuerzo articulado por parte de nuestras escuelas, departamentos y asociaciones de profesionales en el sentido que se adopten estrategias capaces de adaptar y modernizar los programas de manejo de recursos humanos y que a su vez sean capaces de promover, junto a sectores relevantes de la sociedad, un profesional con un nuevo perfil.
PROFESIONALES CON UN CONJUNTO MAS AMPLIO DE HABILIDADES
El manejo de la información en la sociedad contemporánea requiere de la actuación de profesionales con gran variedad de competencias (Herring, 1991). A su vez esa complejidad, característica del campo de la información, exige abordajes interdisciplinarios para la solución de problemas. De hecho, House (1996) argumenta que la base del conocimiento de la profesión de BCI consiste en áreas de recuperación de información (principios y métodos para la organización y recuperación de la información), intermediación (comprensión de las necesidades y comportamientos organizacionales de personas y grupos en los procesos relacionados con la producción, flujos, uso de los métodos de mediación entre el usuario y la información), tecnología de información en el contexto social (los ambientes social, político, legal, económico y organizacional que afectan la producción, flujos usos y comportamientos relacionados con la información). A pesar de ello el profesional carece de conocimientos más específicos, relacionados con el funcionamiento de la agencia de información, o sea sus herramientas (catálogos, reglas de catalogación, esquemas de clasificación), el papel de sus agentes o intermediarios en gerencia.
Sobre una perspectiva mas práctica, la Special Libraries Association (SLA) desarrolló una lista de competencias profesionales y personales para bibliotecarios especializados (también puede ser aplicado a cualquier profesional de la información). De acuerdo con la SLA un bibliotecario especializado:
1) Posee conocimiento especializado en el contexto de los recursos informacionales, incluso competencia para hacer evaluaciones críticas;
2) Posee conocimiento especializado del negocio su organización o su cliente;
3) Desarrolla y gerencia servicios de información eficaces y eficientes en términos de costos que se encuentran alineados con la dirección estratégica de su organización;
4) Ofrece apoyo y entrenamiento de excelencia para los usuarios de su biblioteca o servicio de información;
5) Evalúa necesidades de información, proyecta y comercializa servicios de información de alto valor agregado como una forma de atender las necesidades identificadas;
6) Utiliza una tecnología de información apropiada para adquirir, organizar y diseminar la información.
7) Utiliza abordajes gerenciales apropiados para comunicar la importancia de los servicios de información para la alta administración;
8) Desarrolla productos de información especializados para el uso interno o externo de la organización o por clientes individuales (por ejemplo, desarrolla bases de datos, crea home pages, archivos de texto integral, etc.)
9) Evalúa las consecuencias del uso de la información y conduce estudios enfocados ala solución de los problemas de gestión de la información;
10) Adapta continuamente los servicios de información en función de nuevas exigencias;
11) Es un miembro integrante del equipo gerencial es un consultor de la organización en asuntos relativos a información.
La actual tendencia de que se introduzcan constantes innovaciones en los programas de capacitación profesional en el área de información, ya está mereciendo una postura de cautela por parte de los administradores de tales programas. En la Observación de Galvin (1995), nuevas especializaciones, tales como gerencia de recursos informacionales, gerencia de redes de telecomunicaciones y proyecto de sistemas de información, indican una tendencia de separatismo y divergencia en el área de BCI. El mismo autor observa una proliferación de títulos ofrecidos en el área (master en biblioteconomía, master en gerencia de recursos de información, especialista en información geográfica, master con especialización en sistemas de información gerenciales, master en telecomunicaciones, master en estudios archivísticos y otros) se crea un cuadro muy confuso para las personas externas. Esa diversidad, duplicación y fragmentación son onerosas para las universidades que confunden tanto a los empleadores como al público en general, que en la mejor de las hipótesis, posee apenas una vaga noción de lo que hacen los profesionales de la información, o sobre la ciencia de la información (Galvin, 1995, p.11).
De hecho tal vez revelando una relación exagerada por parte de los responsables de los programas de capacitación en el área de BCI, un cuadro de miopía metodológica, descrito anteriormente está siendo sustituido por lo que el propio autor llama manía mercadológica o sea, una preocupación excesiva en satisfacer los menores caprichos de los clientes (Levitt, 1975).
En muchos aspectos, la profesión de información se asemeja a la administración. Los dos son campos multidisciplinarios, o sea, que se alimentan de disciplinas de los más diversos campos de conocimiento. Sin embargo, al contrario del área de BCI en el campo de la administración existe un consenso de que la práctica profesional se apoya en contenidos básicos, tales como la teoría de la organización, marketing, finanzas, producción de métodos cuantitativos, etc. En la práctica gerencial los conceptos aplicados por un profesional del área de recursos humanos es muy diferente de aquellos usados por un gerente con especialización en fianzas. No obstante, la administración no padece de una crisis de identidad que caracteriza el área de BCI. Un análisis a profundidad de ese fenómeno fue el propósito de este artículo. No obstante se acredita que esos factores, estén en mayor cantidad en las escuelas de administración (que viabilizan al mismo una formación básica en diversas líneas de especialización). Por ello se acredita que ha llegado el momento de promover al mismo tiempo el crecimiento de los programas de enseñanza en el campo de la BCI y la adopción de un currículo que pueda ofrecer al mismo tiempo una formación integrada y diversificada para los profesionales de información.
Como una tentativa de adaptar sus programas educativos a nuevas realidades mercadológicas y tecnológicas, los programas de capacitación en el área de BCI están siendo modificados de manera sustancial, por intermedio de la instrucción de nuevos contenidos y disciplinas. Esas tendencias serán analizadas a continuación.
INTERCAMBIOS DE CONOCIMIENTO Y DESARROLLO CURRICULAR
Antes de que se enfocaran las tendencias de desarrollo de los currículos escolares en el área de BCI, se considera necesario aportar algunos elementos básicos sobre el proceso de intercambio de conocimiento entre campos profesionales. Así mismo se observa que una disciplina originaria de un determinado campo puede ser incorporada en otro campo pudiendo sufrir adaptaciones. En este caso, por ejemplo la disciplina comportamiento organizacional, que tiene origen en áreas de psicología y sociología actualmente forma parte del currículo básico de la mayoría de las escuelas de administración. De la misma forma la disciplina teoría de la clasificación se basa en principios de lógica, filosofía y taxonomía biológica (Chan, 1994) y actualmente es considerada disciplina principal de la educación en BCI (Hayes, 1988). Se observa así que tanto en el área de BCI como en otros se ha dado un proceso de diseminación/absorción de contenidos entre campos del conocimiento.
Con el fenómeno de diseminación los diversos contenidos que componen el acervo relativo a un campo profesional pueden ser vistos sobre la perspectiva de un lugar o ambiente en que se ha determinado el contenido aplicado. Así una disciplina como técnicas psicoterápicas puede ser aplicada en ambientes tradicionales de psicología (un consultorio, por ejemplo) o en otros contextos como, por ejemplo, el entrenamiento de un equipo de fútbol.
Por su fuerte y tradicional vinculación la institución biblioteca, el local o ámbito de aplicación del conocimiento profesional en el área es fácil de ser constatado lo que constituye un factor importante para el análisis de los contenidos profesionales del área de BCI. Así se observa que los contenidos o disciplinas de BCI pueden ser aplicados no solamente dentro de la biblioteca, sino también en otros contextos informacionales.
Con base en esos principios se puede concebir un modelo que clasifica las disciplinas y los contenidos de información profesional en BCI de acuerdo con dos dimensiones. La primera representa la medida en que esos temas o tópicos tuvieron su origen en los dominios tradicionales de la biblioteconomía, o sea disciplinas que originadas en otras áreas fueron aplicadas o adaptadas a contextos bibliotecarios. Y una segunda dimensión representa el dominio de la aplicación de esas disciplinas o contenidos. Visto desde ese ángulo, un conocimiento profesional puede ser aplicado estrictamente en bibliotecas o en campos informacionales más amplios.
Así mismo se observa que contenidos de otras disciplinas (representadas en el cuadrante superior derecho de la figura 1) como marketing de servicios de información, planeamiento en bibliotecas, automatización de bibliotecas, sistemas de información en línea, sistemas de multimedia en bibliotecas y otros tuvieran su origen en áreas de administración en computación y han sido aplicados en contextos de bibliotecas. Sin duda esas son innovaciones curriculares fundamentadas en la medida que ellas tracen conocimiento relevante producido en otros campos para el contexto bibliotecario. Los programas de educación continua son especialmente beneficiados con ese tipo de abordaje del desarrollo curricular.
Contenidos como teoría de la clasificación, construcción de tesauros, sumario e indización, servicios de referencia, organización y acceso de información constituyen parte de un núcleo conceptual del área. Esas disciplinas tuvieron su origen en BCI y son normalmente orientadas a contextos de bibliotecas.
El cuadrante inferior derecho engloba disciplinas como economía de información, sociología de información, política de información, industria de información electrónica, impactos sociales de la tecnología de la información y otras que se originan en otras áreas del conocimiento y fueron direccionadas para tratar contenidos informacionales amplios, no necesariamente vinculados a la institución biblioteca. Esa tendencia también constituye una contribución importante porque esos contenidos posibilitan a los alumnos enfocar su actuación profesional sobre una perspectiva social, económica y tecnológica más exigente.
El cuadrante inferior izquierdo incorpora conocimiento con gran potencial de aplicación, ahondando un poco explorando así merece análisis detallado. Se encontraron contenidos originarios en BCI que pueden ser aplicados en contextos informacionales amplios. Estudios de usuarios de información para negocios (p. ej. Auster y Choo, 1994) ejemplifican ese tipo de aplicación. Otras posibilidades son la aplicación de principios de organización y tratamiento de información en proyectos de bases de datos, publicaciones electrónicas, producción de medios gráficos y otros. En general esta estrategia no ha sido explorada debidamente por escuelas y departamentos del área de BCI. Se acredita que en ese cuadrante se encontraron grandes oportunidades para el crecimiento e consolidación de BCI. Al direccionar el conocimiento tradicional del área a contextos informacionales amplios, en el área irá a ser aumentada su respetabilidad, a contribuir a la solución de problemas de información en innumerables contextos.
En cuanto a la importación de conocimiento originado en otras áreas ciertamente contribuye a la formación de profesionales con una visión amplia de las cuestiones informacionales de la sociedad, la exportación de conocimiento nativo para otros contextos informacionales constituye apenas una gran oportunidad para las escuelas y departamentos del área y sus egresos, mas representa también una inestimable contribución para gerenciar los recursos informacionales de la sociedad como un todo. Ese tipo de contribución puede ser ejemplificado por la aplicación de principios de clasificación y el concepto de desarrollo de documentos electrónicos como bases de datos y web sites.
Los argumentos expuestos fundamentan la convicción de que hay valiosas oportunidades para la introducción de innovaciones en los programas educacionales del campo de la información. En cuanto a la absorción de conocimientos de otras áreas constituye un aspecto importante de se proceso, la aplicación de los conocimientos específicos del área de información en otros contextos permitirá la ocupación de nuevos espacios para las escuelas y para los profesionales.
CONCLUSIONES
A partir de un análisis de oportunidades y amenazas presentes en el ambiente profesional del área de biblioteconomía/Ciencia de la información, este trabajo procuró alientar la necesidad de las escuelas y departamentos de adoptar nuevas estrategias y nuevos posicionamientos en sus programas educacionales direcionados a la formación de profesionales de la información. Inicialmente defendió la modificación de las denominaciones de los programas educacionales, una vez que los términos biblioteconomía y bibliotecario evocan equivocadamente la imagen de profesionales que trabajan exclusivamente con libros en local llamado biblioteca.
En Brasil la legislación que reglamenta el ejercicio profesional no se encuentra en armonía con las nuevas realidades con las cuales se enfrentan los profesionales de la información. Es necesario el esfuerzo conjunto por parte de la comunidad académica (docentes, alumnos y dirigentes) de las entidades para debatir y encontrar soluciones a los problemas. Los criterios recientemente adoptados en otros países para categorizar profesionales podrían servir como un punto de partida para ese debate.
La marca de un producto es parte integrante de un paquete que es ofrecido en el mercado para atender las necesidades de los consumidores. El asunto en pauta o nombre (o marca) de la profesión no sugiere su contenido, que consiste en la prestación de servicios y la elaboración de productos de información. Este aspecto es reconocidamente complejo, y si no se llega a una pronta solución, los profesionales del área continuarán perdiendo su espacio en el mercado.
No se pretende con los cambios propuestos minimizar la importancia de las bibliotecas en la sociedad. Por el contrario, especialmente en un país como el nuestro, los servicios prestados por las bibliotecas son inestimables y fundamentales para la formación de una base de conocimientos en la cima la cual se apoya en el desarrollo de los planos tecnológico, económico, cultural y otros.
Es importante promover el desarrollo de las bibliotecas, inclusive para que ellas puedan prestar mejores servicios para el pueblo. De hecho el punto de vista del conjunto de productos y servicios posibles de ser ofrecidos dentro de una nueva concepción de la práctica profesional, los efectos serían dramáticos. Sobre esa nueva perspectivas, las bibliotecas podrían ampliar su papel como agencias de información y pasarán a ofrecer nuevos productos y servicios para los clientes tradicionales (por ejemplo, acceso a bases de datos), como también podrían obtener nuevos usuarios, tales como empresarios y profesionales libres (por ejemplo, con la prestación de servicios de información tecnológica y para negocios).
En cuanto a los programas de capacitación profesional el área de BCI, la importación de conocimientos originados en áreas tales como Administración, computación, telecomunicaciones, economía, sociología y otras constituyen una estrategia importante en la promoción de un conjunto variado de habilidades que serán muy valiosos para promover la competitividad de los profesionales de información en el mercado de trabajo. Sin embargo a pesar de ser necesaria, esa estrategia no explora debidamente la potencialidad de un conjunto de conocimientos en los cuales la BCI está fundamentada. Por ejemplo, se acredita la aplicación de principios de las áreas de catalogación y clasificación en contextos no bibliográficos (construcción de web sites, bases de datos, y sistemas de informaciones gerenciales, etc.) constituye una oportunidad prácticamente inexplorada para graduados de las escuelas y departamentos de BCI.
La aplicación del conocimiento tradicional de la biblioteconomía en nuevos ambientes y contextos apenas ayudará a desarrollar nuevas oportunidades de mercado para los profesionales, mas también contribuirá decisivamente para efectiva gerencia del acervo de conocimiento.
(Autor: Ricardo Rodríguez Barboza)
(Traducción: Enrique Torrealba EBA-UCV)
Tomado de Ciencia da Informacao., Brasilia, v.27, n. 1,p. 1-102,ene./abr. 1998
RESUMEN
En el artículo se analizan las áreas de la Biblioteconomía/Ciencias de la información, en términos de los desafíos y oportunidades actuales para los profesionales y para los programas de formación profesional. Son abordadas las desventajas de una denominación tradicional de la profesión, usualmente asociada a la biblioteca y al libro. Son descritas las soluciones adoptadas por escuelas, departamentos y entidades profesionales, especialmente de América del Norte y Gran Bretaña Se aportan oportunidades para profesionales de la información poseedores de habilidades diversas. Se presentan modelos que reflejan la importancia y exportación del conocimiento en la biblioteconomía/Ciencias de la información y otras áreas. Se defiende la necesidad de promoverse la aplicación del conocimiento específico del área de biblioteconomía/ciencias de la información en contextos y ambientes informacionales amplios.
Palabras clave: Biblioteconomía, Ciencia de la información, Formación profesional, Nuevas tecnologías.
INTRODUCCION
Los avances tecnológicos siempre ejercerán profundos efectos en los seres humanos. Ese fenómeno viene ocurriendo desde tiempos inmemoriales, mas se fue tornando más importante en términos de sus efectos en la sociedad posterior a la revolución industrial. Actualmente, hemos observado cambios sin precedentes en la naturaleza del trabajo de las organizaciones. El ritmo con que las nuevas profesiones están surgiendo y las profesiones tradicionales se transforman es muy veloz. Entre los diversos campos profesionales contemporáneos que más han sido afectados por los avances de las tecnologías computacionales y de telecomunicaciones, se destacan aquellos cuya fase recae sobre la creación, procesamiento y diseminación de la información.
No hay una definición universalmente aceptada respecto a lo que constituye un profesional de información. Los primeros estudios sistemáticos, al respecto de la llamada economía de la información adoptan criterios amplios, y se incluían en esa categoría profesionales como investigadores, ingenieros, planificadores, diseñadores industriales, gerentes, contadores y todos aquellos eventualmente remunerados para crear conocimiento, comunicar ideas, procesar información (Porat, 1977, p.3). Mas recientemente Strassman (1985) también adopta una conceptualización muy simple definiendo al profesional de información como aquel que trabaja con información en vez de con objetos. Sobre esa perspectiva, grandes categorías profesionales como, servicios financieros, negociadores de inmuebles, administradores, servicios técnicos y científicos, deberían ser vistas como profesionales de la información. Este es un enfoque inadecuado, porque aunque todos los grupos nombrados trabajen de alguna manera con información, esto no constituye un objeto central de su actuación profesional.
Felizmente, se observan iniciativas en sentido de definirse con mayor precisión que son los profesionales y organizaciones de información. En un plano más amplio, por ejemplo, algunos órganos nacionales de estadística están comenzando a adoptar clasificaciones capaces de formar una visión mas apropiada del área. El North American Industry Classification System, adoptado en 1995 por Canadá, México y Estados Unidos, incluido el sector de información (Información e Industrias Culturales en Canadá E Información de Medios De Comunicación de Masas de México) los subsectores de publicación (revistas, periódicos, libros, bases de datos, software), de cinema, difusión y telecomunicaciones (radio, televisión, telecomunicaciones) servicios de información (servicios informativos, bibliotecas y archivos) y servicios de procesamiento de datos y transacciones (Statistic Canada, 1997).
En un momento en que se procura mencionar la creciente importancia de los sectores productivos que lindan con la información, y en que se observa la continua introducción de nuevas tecnologías de información y se contrasta el desenvolvimiento que Miksa (1996) llamaba campos de información hermanos (procesamiento de datos, sistemas de información, ciencia de computación, ciencias de información, inteligencia artificial, multimedia, etc.), es irónico observarse que el papel de las bibliotecas y de los bibliotecarios está siendo colocado recientemente.
Con objeto de prestar contribución al debate relativo a la materia, este trabajo irá inicialmente analizando las perspectivas de los profesionales con entrenamiento en las áreas de Biblioteconomía/Ciencias de la información (BCI) en el mercado de trabajo. Serán discutidas las estrategias recientemente adoptadas por las escuelas y departamentos del área para hacer frente a las amenazas de aprovechar las oportunidades emergentes. Serán analizadas presentando un modelo que sintetiza las principales direcciones de cambios de currículos de las escuelas de BCI. Finalmente, serán discutidas algunas oportunidades para la aplicación de contenidos de temas del área de BCI en contextos informacionales amplios.
¿MERCADOS DE TRABAJO DECRECIENTES?
Los datos relacionados con profesionales del área de BCI son escasos y aparentemente contradictorios. Por ejemplo, algunos autores argumentan que, en términos de grupo, los bibliotecarios constituyen una parcela cada vez menor dentro de la constelación de profesionales de información, o sea, en cuanto al sector de información como un todo esta va creciendo, y no obstante la participación en ese espacio por parte de ellos va declinando (Katzer, 1990). Ahora ese fenómeno necesita ser mejor documentado, con los datos que se aportan en ese sentido.
En Canadá, por ejemplo, el mercado de trabajo como un todo creció cerca de 11% entre 1986 y 1991. En el mismo período, el número de profesionales de las áreas de biblioteconomía, museología y archivística subieron de 26.535 para 30.125, registrando, por lo tanto, un crecimiento de 13,53 %. O sea, para esa categoría, se registró un crecimiento un poco por encima del aumento del mercado de trabajo nacional. Entonces como base de comparación, se contrasta con un número de profesionales del área de organización y métodos, ahora muy inferior entre (10 900 en 1986 y 16 350 en 1991), tuvo un crecimiento cerca del 50%. De la misma forma, los puestos de trabajo de las áreas de matemática estadística, análisis de sistemas y relacionadas pasaron de 110 665 a 164 420 (crecimiento de 48,57 %) Y ahora los operadores de equipos de procesamiento de datos subieron de 112 270 a 137 520, correspondiendo a un aumento de 23,59% (Statistics Canadá, 1993). Se observa que dos factores fueron considerados en este tipo de análisis, el número de profesionales empleados y la tasa de crecimiento de la categoría profesional. Este tipo de análisis permite registrar apenas la participación, en determinado momento, de categorías profesionales del mercado de trabajo, mas indica también tendencias de su evolución a largo plazo.
Los datos aportados con Anterioridad se refieren a profesionales formalmente empleados en áreas de biblioteconomía, museología, y archivología. Se sabe, no obstante, que muchos de los egresados de los programas de BCI no son empleados de esas áreas. De hecho, los números otorgados por Dalrymple (1997) contrastan con los aportados por el censo canadiense, pues indican un crecimiento impresionante del número de alumnos graduados y matriculados en las escuelas americanas acreditadas por la American Library Association (ALA) en el área de biblioteconomía y ciencias de la información. Segundo en los datos de esa entidad presentados por esa autora, en 1986, había 8 557 alumnos matriculados en los Estados Unidos. Diez años mas tarde, ese número había subido a 12 586, indicando un aumento de 47%. No se sabe que porcentaje de esos alumnos buscaría empleo en bibliotecas y cuantos seguirán la carrera en otros campos de la información. Sin embargo, el nivel de empleo en el campo de las bibliotecas está mostrando señales de estancamiento, los datos anteriores indican que las oportunidades de empleo para los nuevos egresados están siendo más promisorias en otros campos de trabajo con información.
Las indicaciones de un mercado de trabajo receptivo para los egresados de los programas BCI son promisorias, esto fue reseñado por Cronin (1993). Con base en el análisis de 360 anuncios de empleo publicados en periódicos, y en entrevistas con profesionales que se desempeñan en el mercado de trabajo americano, esos autores concluyeron que, son promisorias para aquellas personas poseedoras de un conjunto adecuado de competencias, las oportunidades de empleo que se encuentran distribuidas en un gran número de sectores de actividades industriales. Las denominaciones de los cargos catalogados en una pesquisa anteriormente mencionada son extremamente diversas y no sugieren, a primera vista, una relación directa con BCI. La lista incluye cargos como especialista en datos, especialista en redes de computadoras, especialista en información mercadológica, especialista en información, gerente de archivos, indizador de documentos legales, especialista en microfilmes, etc. Algunos cargos son muy específicos, tales como especialista en información farmacológica, analista senior de redes locales, especialista en información sobre cáncer, auditor de información en enfermedades, ejecutivo de marketing para publicaciones electrónicas, etc.
Los datos anteriores, tomados en conjunto, refuerzan la hipótesis de que hay simultáneamente disminución de las oportunidades de empleo en bibliotecas y crecimiento de ofertas de trabajo en otros sectores informacionales. Infelizmente, no hay datos sobre el mercado de trabajo en Brasil a ese respecto, los estudios realizados en ese campo son necesarios para que los programas de capacitación puedan ajustarse a las demandas del mercado.
Se atribuye que hay dos factores que contribuyen a la posición desfavorable en que se encuentra la institución biblioteca y los profesionales a ella vinculados, el actual cuadro de explosión de recursos informacionales y el aumento de la importancia de la información como recurso estratégico en los más diversos contextos y su propia denominación.
¿Y QUE CONTIENE UN NOMBRE?
Las escasas oportunidades de los profesionales del área de la biblioteconomía en el mercado de trabajo reflejan, en parte, la visión que la sociedad tiene sobre ellos y la visión que tienen los profesionales de ellos mismos. Los nombres que las profesiones reflejan es por lo que sus profesionales hacen. Por ejemplo, los administradores gerencian organizaciones, los psicólogos lidian con el comportamiento humano, los sociólogos analizan los aspectos de la sociedad. ¿Y el bibliotecario qué hace? ¿Lidia con libros en bibliotecas? Claro que esta visión nada mas refleja lo que viene ocurriendo dentro de las bibliotecas y no ahonda lo que sucede en otros dominios de la información. Sin duda, biblioteca y bibliotecario son términos que se volverán más amplios y no se refieren exclusivamente a un edificio que guarda libros o a un profesional que trabaja dentro de él (Hayes, 1988). No obstante, las visiones equivocadas y estereotipadas de los bibliotecarios y las bibliotecas ahonda persistentemente en diversos segmentos de los ambientes institucionales y profesionales.
En verdad, el libro (biblos) y la biblioteca son apenas un soporte y un local donde la información se encuentra depositada y almacenada. El verdadero negocio de la biblioteconomía es la información, y no los libros. En un importante artículo publicado originalmente en 1960 y nuevamente divulgado 15 años después, Levitt (1975) llamó miopía mercadológica la concepción equivocada por parte de algunos administradores con respecto al negocio de sus empresas. Ese autor utilizó como principal ejemplo de su argumento las líneas ferroviarias Norteamericanas, que a finales del siglo pasado y al inicio de este siglo, no dieron la debida importancia a la concurrencia de automóviles, camiones, aeronaves y el mismo teléfono, porque ellas se veían como actores del sector rodovías y no del sector de transportes.
Ese principio de marketing fundamenta la conclusión de que el verdadero negocio de la biblioteca es la información, las personas que concurren a ella y los profesionales que en ella actúan, en una perspectiva amplia, son servicios de información para profesionales oriundos de las áreas de computación, administración, comunicación y otros. La tentativa de vencer las barreras relacionadas con esas concepciones restrictivas es aprovechar las oportunidades emergentes, escuelas y departamentos de BCI que han procurado promover la ampliación del conjunto de habilidades y desarrollar actitudes compatibles con las nuevas realidades de sus alumnos.
CRISIS DE ADAPTACION CREATIVA
En el actual cuadro de rápidas y profundas transformaciones de naturaleza tecnológica y mercadológica, muchas escuelas del área de BCI en América del Norte no consiguieron adaptarse y cerraron sus puertas especialmente en la década de los ochenta. Con respecto a este tema, París (1990) relata que, comenzando con la Graduate School of Librarianship de la University of Oregon en 1978 y terminando con la School of Library Service de Columbia University en 1990, 15 programas de enseñanza cerraron sus puertas en los Estados Unidos. Al analizar con profundidad cuatro de estos casos, esa autora constató, entre otros factores, la falta de entendimiento entre el cuerpo de docentes del área y las autoridades universitarias así mismo como problemas de personalidad y roces personales.
Las razones para la cancelación de los programas son complejas y se envuelven en la creencia de las autoridades universitarias que el mercado para los graduados en BCI estaba disminuido, los costos eran elevados y había temores de que los nuevos currículos del área constituían una amenaza para otros cursos (Estabrook, 1989; París, 1990). En algunos casos las fusiones entre departamentos fueron consideradas soluciones menos drásticas que la cancelación de los programas. Se constata actualmente que las 70 facultades e universidades que ofrecían cursos en el área en marzo de 1982 disminuirían a 56 al final de 1996. No obstante, como ya se dijo, esos programas son responsables de la formación de un número creciente de graduados (Dalrymple, 1997).
El debate ocurrido dentro de las escuelas y departamentos de BCI, especialmente en América del Norte y Gran Bretaña resulto en modificaciones significativas de sus misiones y sus normas. A ese respecto pueden ser mencionados los ejemplos del Postgraduate School of Librarianship de la Universidad de Sheffiel, en Gran Bretaña, que fue fundado en 1963, y cambió su nombre en 1981 para Departamento de Estudios de Información. En Canadá la antigua Library School de la Universidad de Toronto actualmente se llama Faculty of Information Studies. Adoptando un cambio más radical, la Escuela de Estudios de Información y Bibliotecas de las Universidad de Michigan se llama ahora simplemente Escuela de Información.
En Brasil ya se observan cambios de las denominaciones de los programas educativos en el campo. Por ejemplo, en la Universidad de Brasilia, hay un Departamento de Ciencia de la Información y Documentación; en la Universidad de Sao Paulo un Departamento de Biblioteconomía, Documentación y Ciencias de la Información; en la Universidad Federal de Minas Gerais, hay un Departamento de Organización y Tratamiento de la Información.
Los nombres de los profesionales han cambiado a lo largo del tiempo, y actualmente el nombre de profesional de la información es cada vez mas aceptado en América del Norte y en Gran Bretaña. En contextos como el nuestro, no obstante, la cuestión del nombre del profesional es más compleja de lo que es el nombre de los programas, las escuelas y departamentos, a la vez que envuelve cambios en la legislación y también cambios de naturaleza cultural. Por ello es necesario reseñar que en el área de la información tienen intereses otros grupos profesionales, por ello, no siempre esos cambios se hacen en el ámbito de las universidades y el mercado profesional. A este respecto, Estrabook (1989) destaca que el desafío del profesional de la biblioteconomía está en lindar con la concurrencia de otros sectores que desean obtener control sobre determinados segmentos del trabajo informacional.
REGLAMENTACION DEL EJERCICIO PROFESIONAL
La legislación brasileña no se ha adaptado a las transformaciones de naturaleza tecnológica, social y económica que afectan el contenido de las profesiones. Actualmente se observa cada vez mas como emergen espacios de trabajo que podrían ser caracterizados como transprofesionales, o sea aquella área ocupada por el psicólogo con conocimiento de administración que actúa en el campo de entrenamiento profesional, de la administradora con especialización en computación y gerencia de sistemas de informaciones gerenciales, y la especialista en computación gráfica que actúa en el área de comunicación, o el bibliotecario que actúa en servicios de información tecnológica, etc.
Ante esa tendencia de migración de los profesionales en diferentes especialidades, los empleadores han demostrado mas interés en contratar personas que posean la preparación necesaria para cumplir con los requisitos de los cargos que en saber si la persona posee un diploma en una u otra área. Así es imperativo que se haga una evaluación de la legislación sobre el ejercicio profesional en el sentido que esté adecuada a los nuevos tiempos, mas también en el sentido de adaptarlo a las realidades que están por venir.
Entidades como la American Library Association de Norte América y la Library Association de Gran Bretaña ejercen un papel importante con el establecimiento de criterios para los programas de capacitación profesional en el área de información. Por ajustarse de forma mas constante y atenta las tendencias tecnológicas y las transformaciones del mercado de trabajo, esas entidades pueden actuar con mayor eficiencia que los órganos legislativos oficiales en el sentido de reglamentar el ejercicio profesional. Se espera que eventualmente un sistema parecido sea puesto en práctica en Brasil.
No se pretende sugerir que esos cambios sean fáciles de implementarse. En el caso de la biblioteconomía es peculiar este contexto, una vez que sean removidas las fronteras impuestas por el paradigma de la biblioteca y el libro, el ejercicio de la profesión adquirirá una enorme tal vez exagerada amplitud. Es preciso tomar en cuenta las soluciones que están siendo adoptadas en otros países; en fin, en el campo de la información, las oportunidades y amenazas en el ejercicio profesional ocurren de forma casi simultánea en todo el mundo. Esto demandará un esfuerzo articulado por parte de nuestras escuelas, departamentos y asociaciones de profesionales en el sentido que se adopten estrategias capaces de adaptar y modernizar los programas de manejo de recursos humanos y que a su vez sean capaces de promover, junto a sectores relevantes de la sociedad, un profesional con un nuevo perfil.
PROFESIONALES CON UN CONJUNTO MAS AMPLIO DE HABILIDADES
El manejo de la información en la sociedad contemporánea requiere de la actuación de profesionales con gran variedad de competencias (Herring, 1991). A su vez esa complejidad, característica del campo de la información, exige abordajes interdisciplinarios para la solución de problemas. De hecho, House (1996) argumenta que la base del conocimiento de la profesión de BCI consiste en áreas de recuperación de información (principios y métodos para la organización y recuperación de la información), intermediación (comprensión de las necesidades y comportamientos organizacionales de personas y grupos en los procesos relacionados con la producción, flujos, uso de los métodos de mediación entre el usuario y la información), tecnología de información en el contexto social (los ambientes social, político, legal, económico y organizacional que afectan la producción, flujos usos y comportamientos relacionados con la información). A pesar de ello el profesional carece de conocimientos más específicos, relacionados con el funcionamiento de la agencia de información, o sea sus herramientas (catálogos, reglas de catalogación, esquemas de clasificación), el papel de sus agentes o intermediarios en gerencia.
Sobre una perspectiva mas práctica, la Special Libraries Association (SLA) desarrolló una lista de competencias profesionales y personales para bibliotecarios especializados (también puede ser aplicado a cualquier profesional de la información). De acuerdo con la SLA un bibliotecario especializado:
1) Posee conocimiento especializado en el contexto de los recursos informacionales, incluso competencia para hacer evaluaciones críticas;
2) Posee conocimiento especializado del negocio su organización o su cliente;
3) Desarrolla y gerencia servicios de información eficaces y eficientes en términos de costos que se encuentran alineados con la dirección estratégica de su organización;
4) Ofrece apoyo y entrenamiento de excelencia para los usuarios de su biblioteca o servicio de información;
5) Evalúa necesidades de información, proyecta y comercializa servicios de información de alto valor agregado como una forma de atender las necesidades identificadas;
6) Utiliza una tecnología de información apropiada para adquirir, organizar y diseminar la información.
7) Utiliza abordajes gerenciales apropiados para comunicar la importancia de los servicios de información para la alta administración;
8) Desarrolla productos de información especializados para el uso interno o externo de la organización o por clientes individuales (por ejemplo, desarrolla bases de datos, crea home pages, archivos de texto integral, etc.)
9) Evalúa las consecuencias del uso de la información y conduce estudios enfocados ala solución de los problemas de gestión de la información;
10) Adapta continuamente los servicios de información en función de nuevas exigencias;
11) Es un miembro integrante del equipo gerencial es un consultor de la organización en asuntos relativos a información.
La actual tendencia de que se introduzcan constantes innovaciones en los programas de capacitación profesional en el área de información, ya está mereciendo una postura de cautela por parte de los administradores de tales programas. En la Observación de Galvin (1995), nuevas especializaciones, tales como gerencia de recursos informacionales, gerencia de redes de telecomunicaciones y proyecto de sistemas de información, indican una tendencia de separatismo y divergencia en el área de BCI. El mismo autor observa una proliferación de títulos ofrecidos en el área (master en biblioteconomía, master en gerencia de recursos de información, especialista en información geográfica, master con especialización en sistemas de información gerenciales, master en telecomunicaciones, master en estudios archivísticos y otros) se crea un cuadro muy confuso para las personas externas. Esa diversidad, duplicación y fragmentación son onerosas para las universidades que confunden tanto a los empleadores como al público en general, que en la mejor de las hipótesis, posee apenas una vaga noción de lo que hacen los profesionales de la información, o sobre la ciencia de la información (Galvin, 1995, p.11).
De hecho tal vez revelando una relación exagerada por parte de los responsables de los programas de capacitación en el área de BCI, un cuadro de miopía metodológica, descrito anteriormente está siendo sustituido por lo que el propio autor llama manía mercadológica o sea, una preocupación excesiva en satisfacer los menores caprichos de los clientes (Levitt, 1975).
En muchos aspectos, la profesión de información se asemeja a la administración. Los dos son campos multidisciplinarios, o sea, que se alimentan de disciplinas de los más diversos campos de conocimiento. Sin embargo, al contrario del área de BCI en el campo de la administración existe un consenso de que la práctica profesional se apoya en contenidos básicos, tales como la teoría de la organización, marketing, finanzas, producción de métodos cuantitativos, etc. En la práctica gerencial los conceptos aplicados por un profesional del área de recursos humanos es muy diferente de aquellos usados por un gerente con especialización en fianzas. No obstante, la administración no padece de una crisis de identidad que caracteriza el área de BCI. Un análisis a profundidad de ese fenómeno fue el propósito de este artículo. No obstante se acredita que esos factores, estén en mayor cantidad en las escuelas de administración (que viabilizan al mismo una formación básica en diversas líneas de especialización). Por ello se acredita que ha llegado el momento de promover al mismo tiempo el crecimiento de los programas de enseñanza en el campo de la BCI y la adopción de un currículo que pueda ofrecer al mismo tiempo una formación integrada y diversificada para los profesionales de información.
Como una tentativa de adaptar sus programas educativos a nuevas realidades mercadológicas y tecnológicas, los programas de capacitación en el área de BCI están siendo modificados de manera sustancial, por intermedio de la instrucción de nuevos contenidos y disciplinas. Esas tendencias serán analizadas a continuación.
INTERCAMBIOS DE CONOCIMIENTO Y DESARROLLO CURRICULAR
Antes de que se enfocaran las tendencias de desarrollo de los currículos escolares en el área de BCI, se considera necesario aportar algunos elementos básicos sobre el proceso de intercambio de conocimiento entre campos profesionales. Así mismo se observa que una disciplina originaria de un determinado campo puede ser incorporada en otro campo pudiendo sufrir adaptaciones. En este caso, por ejemplo la disciplina comportamiento organizacional, que tiene origen en áreas de psicología y sociología actualmente forma parte del currículo básico de la mayoría de las escuelas de administración. De la misma forma la disciplina teoría de la clasificación se basa en principios de lógica, filosofía y taxonomía biológica (Chan, 1994) y actualmente es considerada disciplina principal de la educación en BCI (Hayes, 1988). Se observa así que tanto en el área de BCI como en otros se ha dado un proceso de diseminación/absorción de contenidos entre campos del conocimiento.
Con el fenómeno de diseminación los diversos contenidos que componen el acervo relativo a un campo profesional pueden ser vistos sobre la perspectiva de un lugar o ambiente en que se ha determinado el contenido aplicado. Así una disciplina como técnicas psicoterápicas puede ser aplicada en ambientes tradicionales de psicología (un consultorio, por ejemplo) o en otros contextos como, por ejemplo, el entrenamiento de un equipo de fútbol.
Por su fuerte y tradicional vinculación la institución biblioteca, el local o ámbito de aplicación del conocimiento profesional en el área es fácil de ser constatado lo que constituye un factor importante para el análisis de los contenidos profesionales del área de BCI. Así se observa que los contenidos o disciplinas de BCI pueden ser aplicados no solamente dentro de la biblioteca, sino también en otros contextos informacionales.
Con base en esos principios se puede concebir un modelo que clasifica las disciplinas y los contenidos de información profesional en BCI de acuerdo con dos dimensiones. La primera representa la medida en que esos temas o tópicos tuvieron su origen en los dominios tradicionales de la biblioteconomía, o sea disciplinas que originadas en otras áreas fueron aplicadas o adaptadas a contextos bibliotecarios. Y una segunda dimensión representa el dominio de la aplicación de esas disciplinas o contenidos. Visto desde ese ángulo, un conocimiento profesional puede ser aplicado estrictamente en bibliotecas o en campos informacionales más amplios.
Así mismo se observa que contenidos de otras disciplinas (representadas en el cuadrante superior derecho de la figura 1) como marketing de servicios de información, planeamiento en bibliotecas, automatización de bibliotecas, sistemas de información en línea, sistemas de multimedia en bibliotecas y otros tuvieran su origen en áreas de administración en computación y han sido aplicados en contextos de bibliotecas. Sin duda esas son innovaciones curriculares fundamentadas en la medida que ellas tracen conocimiento relevante producido en otros campos para el contexto bibliotecario. Los programas de educación continua son especialmente beneficiados con ese tipo de abordaje del desarrollo curricular.
Contenidos como teoría de la clasificación, construcción de tesauros, sumario e indización, servicios de referencia, organización y acceso de información constituyen parte de un núcleo conceptual del área. Esas disciplinas tuvieron su origen en BCI y son normalmente orientadas a contextos de bibliotecas.
El cuadrante inferior derecho engloba disciplinas como economía de información, sociología de información, política de información, industria de información electrónica, impactos sociales de la tecnología de la información y otras que se originan en otras áreas del conocimiento y fueron direccionadas para tratar contenidos informacionales amplios, no necesariamente vinculados a la institución biblioteca. Esa tendencia también constituye una contribución importante porque esos contenidos posibilitan a los alumnos enfocar su actuación profesional sobre una perspectiva social, económica y tecnológica más exigente.
El cuadrante inferior izquierdo incorpora conocimiento con gran potencial de aplicación, ahondando un poco explorando así merece análisis detallado. Se encontraron contenidos originarios en BCI que pueden ser aplicados en contextos informacionales amplios. Estudios de usuarios de información para negocios (p. ej. Auster y Choo, 1994) ejemplifican ese tipo de aplicación. Otras posibilidades son la aplicación de principios de organización y tratamiento de información en proyectos de bases de datos, publicaciones electrónicas, producción de medios gráficos y otros. En general esta estrategia no ha sido explorada debidamente por escuelas y departamentos del área de BCI. Se acredita que en ese cuadrante se encontraron grandes oportunidades para el crecimiento e consolidación de BCI. Al direccionar el conocimiento tradicional del área a contextos informacionales amplios, en el área irá a ser aumentada su respetabilidad, a contribuir a la solución de problemas de información en innumerables contextos.
En cuanto a la importación de conocimiento originado en otras áreas ciertamente contribuye a la formación de profesionales con una visión amplia de las cuestiones informacionales de la sociedad, la exportación de conocimiento nativo para otros contextos informacionales constituye apenas una gran oportunidad para las escuelas y departamentos del área y sus egresos, mas representa también una inestimable contribución para gerenciar los recursos informacionales de la sociedad como un todo. Ese tipo de contribución puede ser ejemplificado por la aplicación de principios de clasificación y el concepto de desarrollo de documentos electrónicos como bases de datos y web sites.
Los argumentos expuestos fundamentan la convicción de que hay valiosas oportunidades para la introducción de innovaciones en los programas educacionales del campo de la información. En cuanto a la absorción de conocimientos de otras áreas constituye un aspecto importante de se proceso, la aplicación de los conocimientos específicos del área de información en otros contextos permitirá la ocupación de nuevos espacios para las escuelas y para los profesionales.
CONCLUSIONES
A partir de un análisis de oportunidades y amenazas presentes en el ambiente profesional del área de biblioteconomía/Ciencia de la información, este trabajo procuró alientar la necesidad de las escuelas y departamentos de adoptar nuevas estrategias y nuevos posicionamientos en sus programas educacionales direcionados a la formación de profesionales de la información. Inicialmente defendió la modificación de las denominaciones de los programas educacionales, una vez que los términos biblioteconomía y bibliotecario evocan equivocadamente la imagen de profesionales que trabajan exclusivamente con libros en local llamado biblioteca.
En Brasil la legislación que reglamenta el ejercicio profesional no se encuentra en armonía con las nuevas realidades con las cuales se enfrentan los profesionales de la información. Es necesario el esfuerzo conjunto por parte de la comunidad académica (docentes, alumnos y dirigentes) de las entidades para debatir y encontrar soluciones a los problemas. Los criterios recientemente adoptados en otros países para categorizar profesionales podrían servir como un punto de partida para ese debate.
La marca de un producto es parte integrante de un paquete que es ofrecido en el mercado para atender las necesidades de los consumidores. El asunto en pauta o nombre (o marca) de la profesión no sugiere su contenido, que consiste en la prestación de servicios y la elaboración de productos de información. Este aspecto es reconocidamente complejo, y si no se llega a una pronta solución, los profesionales del área continuarán perdiendo su espacio en el mercado.
No se pretende con los cambios propuestos minimizar la importancia de las bibliotecas en la sociedad. Por el contrario, especialmente en un país como el nuestro, los servicios prestados por las bibliotecas son inestimables y fundamentales para la formación de una base de conocimientos en la cima la cual se apoya en el desarrollo de los planos tecnológico, económico, cultural y otros.
Es importante promover el desarrollo de las bibliotecas, inclusive para que ellas puedan prestar mejores servicios para el pueblo. De hecho el punto de vista del conjunto de productos y servicios posibles de ser ofrecidos dentro de una nueva concepción de la práctica profesional, los efectos serían dramáticos. Sobre esa nueva perspectivas, las bibliotecas podrían ampliar su papel como agencias de información y pasarán a ofrecer nuevos productos y servicios para los clientes tradicionales (por ejemplo, acceso a bases de datos), como también podrían obtener nuevos usuarios, tales como empresarios y profesionales libres (por ejemplo, con la prestación de servicios de información tecnológica y para negocios).
En cuanto a los programas de capacitación profesional el área de BCI, la importación de conocimientos originados en áreas tales como Administración, computación, telecomunicaciones, economía, sociología y otras constituyen una estrategia importante en la promoción de un conjunto variado de habilidades que serán muy valiosos para promover la competitividad de los profesionales de información en el mercado de trabajo. Sin embargo a pesar de ser necesaria, esa estrategia no explora debidamente la potencialidad de un conjunto de conocimientos en los cuales la BCI está fundamentada. Por ejemplo, se acredita la aplicación de principios de las áreas de catalogación y clasificación en contextos no bibliográficos (construcción de web sites, bases de datos, y sistemas de informaciones gerenciales, etc.) constituye una oportunidad prácticamente inexplorada para graduados de las escuelas y departamentos de BCI.
La aplicación del conocimiento tradicional de la biblioteconomía en nuevos ambientes y contextos apenas ayudará a desarrollar nuevas oportunidades de mercado para los profesionales, mas también contribuirá decisivamente para efectiva gerencia del acervo de conocimiento.
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